Manual del Buen Tirano

El creador creado: ¿criatura condenada?

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A raíz de las clases de Estética de las Nuevas Tecnologías y de Estética de las Creaciones Literarias impartidas en la USAL por José Luis Molinuevo, en base a todo lo dicho en ellas, desarrollé unas pequeñas reflexiones sobre la escisión humana.

Aún a día de hoy seguimos arrastrando en nuestra cultura occidental un sentimiento de culpa fruto de una escisión interna provocada por la tradición cristiana. Según el cristianismo nosotros somos un ser creado y tenemos que tenerlo presente para meditar sobre el derecho del creador sobre su criatura y el deber de ésta con respecto a su creador. La finalidad de estas reflexiones en la religión que ha bañado nuestra cultura no es otra que infundar en el ser humano un sentimiento de culpabilidad que va a arrastrar a lo largo de su existencia y que va a perpetuar entre sus descendientes. Es ésta una bonita herencia de nuestra religión que comienza con un acto de rebelión por parte de Eva comiendo del Árbol de la Sabiduría y que termina con un castigo por parte de su padre y creador, Dios Todopoderoso quien se lo había prohibido, condenándola no sólo a ella de por vida sino absolutamente a toda la especie humana en adelante. Misericordioso sin duda, nos dio libertad para esclavizarnos a sus mandatos mientras deseamos no hacerlo, hundiéndonos en la angustia.

¿Pero debe el ser humano llevar una vida de servidumbre hacia Dios porque éste le dio la vida? ¿Debe también seguir pagando con sangre y sudor el acto de otro, alejado para siempre del Paraíso? En el Romanticismo negro se cambian las tornas del héroe, y éste deja de ser el personaje luminoso para ser ocupado por los que se han hecho llamar perdedores: el héroe ya no será más un personaje ejemplar ya que aunque grandioso estéticamente, tendrá una moralidad reprobable. No será por más tiempo el modelo que uno desea seguir, pues su camino es tortuoso, lleno de contradicciones y sufrimiento, con un destino trágico al que no puede evitar sucumbir. Se está planteando la escisión que está presente en todos nosotros partiendo de la eterna dicotomía entre el Bien y el Mal: cumplir con los mandatos de quien nos creó o únicamente con los nuestros puesto que además de creados, tenemos también capacidad creadora. Para los cristianos el ser moral no es que tenga que tener respeto hacia su creador sino que tiene que estarle agradecido profundamente manifestando dicho agradecimiento por medio de la servidumbre, y eso será el Bien. Para William Blake, en cambio, el Bien va a ser peor que el Mal por su limitación tal como nos expone en su obra El matrimonio del cielo y el infierno, su sumisión a la recta razón, a cadenas al fin y al cabo, y lo que va a permitir ser quienes somos, seres humanos activos capacitados para crear, será el Mal.

“Sin contrarios no hay progreso. Atracción y

repulsión, razón y energía, amor y odio son

necesarios a la existencia humana.

Brota de esos contrarios lo que las religiones

llaman el Bien y el Mal. El Bien es el elemento

pasivo sumiso a la razón. El Mal es el activo que

brota de la energía.

Bien es Cielo, Mal es Infierno.”

Lo que es considerado como Mal es precisamente la fuerza activa característica del ser humano (capacidad del superhombre en terminología nietzscheana), siendo el Bien aquello que nos limita haciendo que permanezcamos como entes pasivos. En el Romanticismo negro es el aspecto no luminoso de la existencia el que prima, es el Mal en este caso lo que nos es propio, el cual es sencillamente reflejo de nuestra realidad; no se emite juicio alguno en esta afirmación. Hay un llamamiento a ser verdaderamente lo que somos sin limitarnos siguiendo unas reglas determinadas impuestas por quien nos ha dado la vida y debemos agradecimiento eterno en forma de martirio. Nos encontramos ante la estética del no serviré entendida como la no servidumbre, no como la falta de utilidad. Es la negativa a servir a alguien que, todo quede dicho, nos ha condenado antes de haber nacido. Es la negativa a sentirnos culpables por tener pensamientos que nos son propios y a sentirnos mal por actuar de forma egoísta, que es característica nuestra. Es un llamamiento a liberarnos de las cadenas de culpabilidad y gritar orgullosos que «somos lo que somos», como afirmaba Tennyson en su poema de Ulises:

“A pesar de que mucho se ha perdido, queda mucho; y, a pesar

de que no tenemos ahora el vigor que antaño

movía la tierra y los cielos, lo que somos, somos:

un espíritu ecuánime de corazones heroicos,

debilitados por el tiempo y el destino, pero con una voluntad decidida

a combatir, buscar, encontrar y no ceder.”

Aquí Tennyson hace referencia a la pérdida de los valores que habitaron nuestros corazones por un tiempo, ideales por los que, como dice, “cielo y tierra podíamos mover». Esos ideales no son los que nos encontramos en este romanticismo negro, pero en su lugar encontramos voluntad. Voluntad en el sentido de que encontramos personajes capaces, personajes que se resisten, que deciden que no servirán. Personajes que se aceptan tal y como son porque es así como son. Por ello quizás no serán ejemplares, pero sí grandiosos si a su forma estética nos referimos. Son de antemano los vencidos, pero son supervivientes; supervivientes de un mundo que les ha despojado de todo, seres que siguen su lucha inmersos en una realidad cruda y un futuro distópico. Son nuestro reflejo o nosotros mismos.

Si bien la tradición cristiana decidió por obra y gracia de Dios lo que era el Bien y lo que era el Mal y le adjudicó el Mal al Diablo, nos encontramos con que el Mal parece más propio de nuestra naturaleza que el Bien. Esto es lo que nos conduce a una lucha entre fuerzas contrarias en el seno de nuestro ser, a un sentimiento de culpabilidad permanente por vernos más ligados a todo lo que nos han vendido como malo y por no hallar ese Bien que dicen tiene que habitar dentro de nosotros. Como pondrá Blake en boca del Diablo un poco más adelante, los deseos no pueden ser reprimidos por la fuerza que tienen y, de poder serlo, es porque no eran deseos lo suficientemente fuertes. Esto quiere decir que la razón nos limita el cumplimiento de nuestros deseos, pero los deseos son tan fuertes que saldrán al paso de todas formas… lo que nos hará sentir culpables. También le hará decir que cuando alimentamos deseos que no vamos a cumplir estamos engendrando la mismísima peste, haciéndonos profundamente miserables por restringirnos a ser lo que verdaderamente somos, mutilándonos poco a poco, haciendo que al cumplir con el Bien, vayamos poco a poco llenándonos de miseria que sin duda nos volverá hostiles.

Written by logicasimulada

noviembre 14, 2011 a 2:10 pm

Publicado en Sociedad

2 respuestas

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  1. NECESITO MAS BIOGRAFIAS

    LIBERIO RIOS MENDOZA

    octubre 26, 2014 at 5:19 pm


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